Si una cámara captura el cuerpo de una mujer sin ropa
alguna, no necesariamente debe ir a parar a un taller mecánico, base de
camiones o bar de baja categoría. Los seres que habitan esos lugares poseen
una gran imaginación, con la que se permiten disfrutar fotos de cuerpos femeninos
educados para elevar la libido, para comprar algún aceite de motor en
particular o incentivarlos a cambiar de acumulador.
Cuando la imaginación se proyecta esplendorosa -no en el
que percibe la foto desgastada del taller de barrio, sino- en el propio autor
de la foto, es entonces que el espacio artístico se llena de curvas, líneas y colores -en este caso blanco y negro- para dominar los sentidos de un observador que
admirará la belleza del cuerpo humano, sin sentir que el tiempo pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario