Revisé algo en lo que se incluía como nominativo hacia un grupo de personas, dos conceptos que al leerlos, mi cerebro no pudo menos que inhibirse. No dudo que el lego que lo escribió, haya aprendido a hacerlo sólo como una herramienta para distinguir entre un envase de sal y otro de pimienta; de igual forma creo que su paupérrima capacidad crítica le haya hecho pensar que decir «científico creacionista» es absurdo. Como una forma de empatía y apoyo, intentaré ayudarle con su teoría evolutiva creacionista o como sea que le llame. Revisemos dos concepciones de La Creación a ver que nos parece:
«En el principio estaba Eru, el Único, que en Arda es
llamado Ilúvatar; y primero hizo a los Ainur, los Sagrados, que eran vástagos
de su pensamiento, y estuvieron con él antes que se hiciera alguna otra cosa. Y
les habló y les propuso temas de música, y cantaron ante él y él se sintió
complacido. Pero por mucho tiempo cada uno de ellos cantó solo o junto con unos
pocos, mientras el resto escuchaba: porque cada uno sólo entendía aquella parte
de la mente de Ilúvatar de la que provenía él mismo, y eran muy lentos en
comprender el canto de sus hermanos. Pero cada vez que escuchaban, alcanzaban
una comprensión profunda, y crecían en unisonancia y armonía.
«Y sucedió que Ilúvatar convocó a todos los Ainur, y les
comunicó un tema poderoso, descubriendo para ellos cosas todavía más grandes y
más maravillosas que las reveladas hasta entonces; y la gloria del principio y
el esplendor del final asombraron a los Ainur, de modo que se inclinaron ante
Ilúvatar y guardaron silencio.
«Entonces les dijo Ilúvatar: -Del tema que os he comunicado,
quiero que ahora hagáis, juntos y en armonía, una gran Música. Y como os he
inflamado con la Llama Imperecedera, mostrareís vuestros poderes en el adorno
de este tema mismo, cada cual con sus propios pensamientos y recursos, si así
le place. Pero yo me sentaré y escucharé, y será de mi agrado que por medio de
vosotros una gran belleza despierte en canción.
«Entonces las voces de los Ainur, como de arpas y laúdes,
pífinos y trompetas, violas y órganos, y como de coros incontables que cantan
con palabras, empezaron a convertir el tema de Ilúvatar en una gran música y un
sonido se elevó de innumerables melodías alternadas, entretejidas en una
armonía que iba más allá del oído hasta las profundidades y las alturas,
rebosando los espacios de la morada de Ilúvatar y al fin la música y el eco de
la música desbordaron volcándose en el Vacío, y ya no hubo vacío.» (Así inicia AINULINDALË,
La Música de los Ainur, en El Silmarillion de J.R.R. Tolkien.)
Ahora revisemos otra, pero como la verdad, da un
poco de pena ajena, le daremos una ayudadita para que al menos sea entretenida:
Y Dijo
Dios el primer día: «Haya luz», y hubo luz. (Génesis.
1:3) y como ya podía ver y se dio cuenta que todo era un desmadre, entonces
dijo en el día 2: «Haya un firmamento por
en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.» (Génesis. 1:6) Es decir,
como todo era como un baño sauna pero sin calorcito, y se sentía sofocado, metió
aire en medio del agua y así quedó arriba bien nublado como cuando va a granizar
y debajo hizo un mundo acuático. Entonces pensó que algo no le había salido
bien así que iría por su segundo intento, pero, hasta el siguiente día, porque
le daba flojera hacerlo todo de corrido. Y pensando que agua por todos lados no
sería divertido, entonces ya en el tercer día inventó la playa: «Acumúlense las aguas de por debajo del
firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco»; y así fue. (Génesis.
1:9). Y ya con la playa se quedó todo el día tirado ahí, pero no se bronceaba y
se volvió a aburrir y se dijo «oootsss… a ver que falta y ahora como arreglo
esto» y antes de anochecer le dio frío y se le antojo una piña colada y unos
árboles para hacer leña y poner una fogata, así que dijo: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles
frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.»
Y así fue. (Génesis. 1:11). Y entonces ya se pudo hacer su piña colada, y
hasta se hizo una guitarra, y con la fogata y todo, ¡ya estaba listo!... pero se dio
cuenta que el cielo estaba todo oscuro así como cuando cerraba los ojos y pensó en
decorarlo un poco pero como ya se le había subido el Ron de la piña colada, se
quedó dormido y ya hasta el cuarto día, como tenía escalofrío por la cruda pensó
en quitarse el frío y dijo: «Haya luceros
en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche…» (Génesis. 1:14).
Y ya cuando cayó la noche y vio los ‘luceros’ se les quedó viendo, y agarro la
guitarra y se sirvió otra piña colada y le dio el monchis y pensó en hacer
pescado empapelado y un pollito rostizado, y se repitió a sí mismo: «oootsss… no he inventado la comida... como es posible que ya vayan cuatro días y no pueda hacer algo así muy a gusto,
así que pensó que ahora sí en su quinto intento era el bueno y arreglaría todo
de tal modo que fuera un paraíso, así que dijo el 5o día: «Bullan las aguas de animales vivientes, y
aves revoloteen sobre la tierra contra el firmamento celeste.» (Génesis. 1:20).
Por fin ya se sintió a gusto, así que ya con todo esto que había dicho y hecho, Dios dijo como a eso de las 10:30 de la mañana: aparezca en mi mano una caña de pescar y apareció una caña para pescar marca Silstar de Graphite, entonces se
puso a pescar contento, luego se fastidió de pescados y mariscos, y se le ocurrió agarrar un patito. Lo mató pero como todavía no inventaba el guiso a la naranja, sólo asado no le gustó, así que se
le antojo comer otro tipo de carne que no fuera blanca y, decepcionado porque
no le habían salido las cosas bien en cinco días; el 6o día dijo (pero ya medio encabronado): «Produzca la
tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas
terrestres de cada especie.» Y así fue. (Génesis. 1:24). Entonces anduvo
correteando un marranito durante todo el día hasta que por fin lo alcanzó, ya
en la tarde; y como ya existían todos los demás condimentos lo preparó al pibil y con
achiote, con lo cual se tardó como cuatro horas y fastidió bastante. Al final
se sirvió en un plato pero se dio cuenta de algo: era mucho desmadre capturar
al puerco, cocinarlo, lavar los platos y para colmo ni con quien podía brindar,
así que dijo: "Hagamos al ser humano
a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en
las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y
en todas las sierpes que serpean por la tierra.» (Génesis. 1:26). Del puro
coraje de sus errores, se atascó de comida y de piñas coladas y ya con comida, ayudantes, alcohol,
cielo estrellado y guitarra en mano se sentó junto a la fogata y se dispuso a
compartir con el ser humano. Pero no contaba con que les había dicho: «Sean fecundos y multiplíquense y llenen la
tierra y sométanla;». (Génesis 1:28) Obviamente en el
día estuvieron fabricando piscifactorías, corrales para los pollos, establos para vacas y chivos y etcétera. Ya en la noche había que multiplicarse, según el mandato divino, así que se llevaron su piña colada a un lugar apartado y se dedicaron a ser fecundos. Así, Dios se fue a dormir el séptimo muy encabronado
de que no concebía que si era Dios todo le hubiera salido mal… «Se
concluyeron, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato, y dio por
concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho.» (Génesis 2:1-2).
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