Posiblemente tenía razón cuando me dijo:
“Ponte a hacer una novela que no hable de
tristeza, de amor y de nada de sentimientos; que sea fría, analítica y
sobretodo, razonada. Que ponga a la razón y a las ideas como a una amante, a la
cual no amas... solamente respetas y también adoras, pero sin que pongas
sentimientos, por qué de ser así, parecerá una novela de amor, de odio o de
resentimiento... peor... no debe ser así, dado que eres un filosofo pero no un Dostoyevski, ni un Gogol... solamente eres un minúsculo grano de
arena con ideas que deberían de volar por el mundo como el polvo del Sahara que
infecta y preña de muerte a nuestro continente.”
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